-Apaga la luz, es tarde...- era la segunda advertencia y su tono de voz sonaba más severo que de costumbre.
-Déjame jugar un ratito más con ella...mañana no madrugamos- le sonreí y le miré con mi más dulce expresión.
Enarcó una ceja y con un leve gesto consintió -está bien...un ratito más, pero no te olvides de apagarla-
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